El concurso de la biblioteca Rosario nació con la voluntad de crear uno de los centros culturales más importantes a nivel local. La presencia del CMD define ciertas estrategias a seguir, desde lo urbano, el contacto con el edificio atreves del vacío arroja la primer determinante.

El entorno sin embargo no se correspondería con la pretendida importancia de la institución. El lugar, una pequeño vacio rodeado de vías de tráfico y tejido dispersos de viviendas, y de espacios vacíos en espera de nuevas construcciones, no resulta especialmente sugerente y, por lo tanto, no ofrece referencias importantes que pudieran sugerir ideas para el proyecto.

Por ello, el amplio y complejo programa de la biblioteca, cercano a los 8.000 m2, se estructura creando un recinto propio, cerrado, de vastas dimensiones, que a modo de “isla” en el conjunto, pretende delimitar un entorno de interés y quietud propio de la biblioteca. Metafóricamente la nueva construcción puede entenderse en términos de “ciudadela” del libro, de “monasterio” para la lectura, y la componente hermética y cerrada que se aprecia desde el exterior, se torna en amplitud y sorpresa una vez que se ha cruzado el umbral y la gran puerta de acceso al recinto.

Los usos de servicios y estacionamientos quedan ubicados en los sótanos que ocupan parte de la extensión del recinto. Este recinto se estructura en dos patios vinculados atreves de un hall transparente, el primer patio, de acceso público, relaciona todas las areas culturales del centro, el segundo patio es utilizado de forma privada por la biblioteca para jóvenes y niños, pudiendo estos expandir y utilizar areas exteriores controladas dentro del recinto. Los servicios, oficinas y pequeñas salas se convierten en los anchos muros que definen el perímetro, opacos en el exterior y acristalados en el interior. Acompañan todo el recorrido hasta llegar al gran volumen “puente” sobre el que se ubican las salas de lectura. Unas salas de lectura que levitan sobre el conjunto dividiendo los jardines interiores entre la parte del acceso, más pública, y en otra menor, más recogida, y que permitiría la lectura al aire libre.

Todas las superficies interiores se han previsto ajardinadas estableciendo una diferencia entre el acceso, más plano, y el jardín de lectura, arbolado. El “puente” que contiene las salas de lectura de adultos se manifiesta en el exterior como una pieza traslúcida mediante distintas láminas de los vidrios que componen su fachada. La doble piel produce igualmente un efecto de difusión lumínica que crea un ambiente muy apropiado para la lectura interior.

Un entrepiso entre el hall y la sala de lectura de adultos aloja el depósito general de libros con un funcionamiento independiente de las salas de lectura, y prevé una ampliación al 100% de su superficie acorde a lo solicitado.

Exteriormente todo el recinto se construye con aplacado de hormigon, de grandes dimensiones. Sobre la base emerge la parte del vidrio traslúcido que recubre el puente de lectura. Interiormente la superficie del suelo, entre los jardines, se construye con pequeñas piezas de adoquín más rugoso al objeto que provoca un contraste con las tersas superficies de vidrio que delimitan los laterales del complejo.